Relaciones croata-italianas
La cercanía geográfica y la gravitación de las regiones italianas hacia el mar Adriático, como también las tendencias eclesiásticas y políticas de Croacia hacia el Occidente, condicionaron, a pesar de varios prejuicios mutuos, los contactos mutuos de varios siglos, especialmente fructíferos en la época de la República de Venecia, que se intensificaron a través del Humanismo y el Renacimiento cuando se acercaron los niveles civilizatorios de las dos orillas del Adriático. Los tempranos lazos fueron notados en el Codex aquileiensis, el código evangélico en latín del siglo V ó VI, en cuyas márgenes en los próximos siglos se firmaban peregrinos renombrados entre los cuales los duques croatas Trpimir, Branimir y Braslav, mientras que Dante Alighieri mencionó a un devoto peregrino croata en su Divina Comedia del siglo XIV. Sus esfuerzos fueron premiados por los croatas mediante cuatro traducciones de la obra entera y dos versiones adicionales de Infierno.
El latín como lengua clave de la comunicación y alfabetización se usó durante mucho tiempo como la segunda lengua de cultura croata, haciendo Croacia parte de la escena cultural europea a través del latinismo. Más tarde la lengua italiana se convirtió no solo en la lengua de cultura sino también de una parte de la población de las ciudades costeras, y su influencia no se debilitó ni siquiera con el establecimiento del poder austríaco en el Adriático después de la caída de Napoleón (1815). Los lazos entre Croacia septentrional e Italia eran algo menos intensos que en la costa, pero nunca se interrumpieron, y la influencia italiana se sintió también a través de las rutas continentales, especialmente vía Viena.
Entre los contactos más tempranos, religiosos, comerciales, culturales, la educación jugó un papel importante en vincular las dos orillas, a través de las universidades italianas. El papel más prominente pertenece a la Universidad de Pádua (1222), donde estudiaron varios intelectuales croatas, los humanistas Jan Panonac /Ianus Pannonius/, Juraj Šižgorić, los filósofos Juraj Dragišić, Frane Petrić /Franciscus Patricius/, los científicos de ciencias naturales Federik Grisogono, Faust Vrančić, Markantun de Dominis, Marin Getaldić y otros, que obtuvieron reconocimientos y méritos a nivel europeo. Instituciones de educación clerical con raíces croatas también jugaron un papel importante: el Instituto Papal Croata de San Jerónimo de Roma (1787), el Instituto Croata de Bolonia (1553–1781) y los colegios ilirios de Loreto (1580–1860) y de Fermo (1663–1746).
Las mayores tendencias espirituales en las tierras croatas (estilos artísticos, movimiento filosóficos y científicos) estaban estrechamente relacionadas con las tendencias (el Prerrománico, el Románico, el Renacimiento, el Barroco, la Reforma, la Contrarreforma etc.). Algunas de esas tendencias tuvieron influencia clave en la concientización nacional en Croacia: teniendo a los italianos como modelo, los croatas también elevaron su lengua vernácula (en vez del italiano y del latín) a nivel literario, sea mediante numerosas traducciones (Marko Marulić, Šiško Menčetić, Marin Držić, Stijepo Đurđević y otros), sea mediante obras originales en croata, lo que llevó a un fuerte crecimiento de la literatura croata en el Renacimiento y el Barroco. Eso se notó especialmente en Dubrovnik que como república libre estaba en contacto constante con Italia. Los escritores de Dubrovnik y Dalmacia conocían numerosos nombres literarios italianos, y sus modelos políticos eran Francesco Petrarca (petrarquismo), Pietro Bembo (bembismo), Jacopo Sannazaro, Ludovico Ariosto o Torquato Tasso, cuya pastoral Aminta fue traducida al croata (Gliubimir) y publicada por Dominko Zlatarić en Venecia en 1580, un año antes del original italiano.
Las academias se convirtieron en centros culturales en el siglo XVIII, comunidades de gente educada que cultivaban la simplicidad estilística en contraste con los excesos del barroco. Teniendo como modelo la romana Accademia degli Arcadi (1690) – en cuya fundación participaron algunos croatas, el que luego se convirtió en cardenal Nikola Radulović y el director de la Biblioteca del Vaticano Stijepo Gradić – en Croacia, al igual que en todo Europa, se fundaron instituciones parecidas, como la Accademia degli Oziosi Eruditi o la Accademia degli Incaloriti de Zadar, donde participó Ivan Tanzliger Zanotti, autor del diccionario croata-italiano-latín y traductor de La Eneida de Virgilio.
A partir del siglo XIX la influencia italiana en Europa se iba debilitando, pero el eco de los autores contemporáneos italianos en la cultura croata siguió siendo visible, a pesar de que la zona continental gravitaba más hacia el arte austríaco y alemán. Los proponentes del Reavivamiento Nacional Croata (Petar Preradović, Ivan Mažuranić) veían Italia como modelo de la unificación y la independencia de la patria. La figura fuerte de esa época era el literario y lingüista Niccolò Tommaseo, oriundo de Šibenik, quien difundía el espíritu "ilirio" por Italia, y luego se separó del movimiento ilirio porque estaba en contra de la unificación de Dalmacia con Croacia, pero también con Italia, que, según él, en el norte no tenía que extenderse más allá de "los puertos trazados con un compás" (hasta Istria).
En el siglo XX los contactos mutuos se basan en la creciente actividad traductora; en Croacia se tradujeron los clásicos italianos, mientras que la literatura croata se presentó al público italiano más que nada a través de los autores-traductores, tal y como Ivo Vojnović, Milan Begović, Vladimir Nazor, pero también gracias al esfuerzo de eslavistas italianos, especialmente después de fundar cátedras de filología eslava. Los temas croatas también preocupaban a escritores italianos de dobles orígenes (croata-italianas), Enzo Bettiza y Fulvio Tomizza, cuya poética de la convivencia y la tolerancia, "el diálogo romantizado", fue aceptada por los escritores de ambas orillas del Adriático (Nedjeljko Fabrio, Mario Schiavato, Claudio Ugussi y otros), o Silvio Ferrari, el mejor traductor de Miroslav Krleža. Finalmente, Predrag Matvejević también representa un puente entre las dos orillas, profesor de eslavística en la Universidad de La Sapienza de Roma y autor del Breviario mediterráneo, excepcionalmente popular en Italia y traducido a varios idiomas.
Los lazos culturales contemporáneos se mantienen con consistencia mediante las minorías étnicas, mayormente la italiana de Croacia, pero últimamente la croata en Italia también (la asociación paraguas de los croatas es la Federación de las Asociaciones Croatas de Italia, fundada en 2001). Por otro lado la apertura de las fronteras hace posible el flujo libre de información y personas, numerosos contactos personales, culturales y científicos. A eso contribuyeron significativamente los romanistas croatas (Josip Jernej, Pavao Tekavčić, Vojmir Vinja, Žarko Muljačić, Mate Zorić, Mladen Machiedo, Mirko Tomasović) y el Instituto Italiano de Cultura de Zagreb (fundado en 1942, trabaja continuamente a partir de 1973).
A pesar de que la influencia de la cultura italiana sobre la croata es un rasgo dominante de las relaciones mutuas – es más, el arte italiano encontró en Croacia uno de sus soportes más fuertes – la orientación de Italia a las tierras croatas, especialmente la zona costera, dejó huella en Italia también. Además de que los literarios croatas formaban parte de los acontecimientos culturales italianos, temas y fenómenos croatas fueron también tratados por algunos literarios italianos (Dante, Niccolò Machiavelli, T. Tasso y otros), historiadores (el monumental Illyricum sacrum deFilippo Riceputi, Daniele Farlati y Jacopo Coleti) e impresores (hasta finales del siglo XVIII Venecia era el centro de la impresión en la lengua croata). La particular contribución al conocimiento de las tierras croatas fue dada por escritores de viajes (Benedetto Ramberti, el renombrado Alberto Fortis, Giovanni Battista Casti y otros). Además, durante siglos la circulación de personas y obras de arte entre regiones croatas e italianas no estaba limitada solo a la cultura basada en la lengua, sino también abarcaba la civilización en general, así que se expandía a las artes plásticas, la música, el teatro, la filosofía, la arquitectura etc., y más recientemente al arte cinematográfico, el cómic y el diseño. Muchos italianos (maestros, artistas, representantes del poder político y eclesiástico, sacerdotes, médicos, notarios, cancilleres, artesanos, comerciantes) confluían a las regiones croatas participando e influenciando sobre la vida cultural, y por otro lado varios croatas (Schiavoni) formaban parte irremplazable de los círculos culturales italiano y europeo (los científicos F. Petrić, Ruđer Bošković, pintores Julije Klović /Giulio Clovio Croata/, Federiko Benković/Federico Bencovich Schiavon/, escultores Franjo Vranjanin /Francesco Laurana/, Ivan Duknović /Giovanni da Traù/, Ivan Meštrović, el constructor Lucijan Vranjanin /Luciano Laurana/ y otros).