Relaciones croata-ibéricas

Gracias al mar Mediterráneo como lazo geográfico, los lazos históricos croatas con la península ibérica estaban más desarrollados con España que con Portugal. Portugal, país antes que nada oceánico, estaba más orientado a los países de ultramar que al Mediterráneo. Croacia y España se encuentran en la periferia septentrional del mar Mediterráneo, en sus extremos: Croacia en el margen oriental y España en el occidental. Así, los primeros contactos conocidos entre las regiones históricas croatas y la península ibérica formaban parte del movimiento general de personas por el Mediterráneo. Hoy se considera que los croatas se encontraron en la península ibérica por primera vez como soldados mercenarios en la corte de los califas cordobeses en el siglo X, donde, según historiadores españoles, se destacaron en las batallas contra los beréberes. En el siglo XII el cartógrafo hispano-árabe Al-Idrisi hizo la primera carta de la orilla y el litoral oriental del mar Adriático basada en sus viajes. Un siglo después en la orilla oriental se hizo el mapa conocido como Carta catalana, una de las mejores representaciones de la orilla del Adriático. Se supone que un poco antes, alrededor de 1330, fue creado el diario de viaje del fraile sevillano anónimo titulado Viaje del mundo con las Armas de todos sus Reynos. Se cree que el autor no visitó ni la menor parte de las regiones que describía, sino que, de acuerdo a las costumbres de entonces, escribió en base de las noticias que circulaban por Europa desde varias fuentes, pero ahí mencionó y describió gran parte de Croacia, lo que habla del lugar de las regiones croatas en el imaginario de aquel entonces en la península ibérica. Herman Dalmatin, importante científico y filósofo medieval quien trabajó en la renombrada Escuela de Traductores de Toledo, partió de su Istria natal (en aquel entonces en la marca de Corintia del Sagrado Imperio Romano) para estudiar en París y Chartres, y luego viajó por muchos países cristianos y musulmanes y transpuso su conocimiento de lenguas y culturas en las obras que su transmitieron la ciencia antigua y oriental a los europeos.

Mientras tanto, los comerciantes de las orillas ibéricas orientales empezaron a llegar hasta las ciudades del Adriático oriental, y el reino de Aragón se expandió por el Mediterráneo, así el rey de Aragón y conquistador de Mediterráneo, Alfonso V el Magnánimo, se tituló como "rey de Dalmacia, Croacia, Serbia y Bulgaria", mientras que en la misma época, en el siglo XV en Dubrovnik se encontraba el cónsul encargado de barcos mercantes e intereses catalanes.

En el siglo XVI, que en el Mediterráneo fue marcado por la lucha entre la cristiandad occidental reunida alrededor de España y el islam bajo el mando otomano, los restos de las regiones croatas no oprimidas reforzaron sus lazos con la Corte española por su supervivencia física y política. En aquel entonces, en 1527 Croacia eligió la Casa Real de los Habsburgo como sus monarcas, y así se encontró bajo la misma corona con España y en ese marco se dieron varios contactos, principalmente políticos y militares. Las tropas españolas a menudo pasaron por tierras croatas donde participaron en batallas y dejaron una imagen impactante en el imaginario de aquellos tiempos: de eso testimonia la posterior creación literaria. La literatura oral popular de Konavle mantuvo hasta el siglo XX la historia sobre los soldados españoles que desde su fortificación en Herceg Novi salían a los alrededores de la ciudad de Dubrovnik; August Šenoa en su novela histórica Čuvaj se senjske ruke/ Cuídate de la mano de Senj revive la memoria de la alianza entre los uskoques de Senj y el Virrey español de Nápoles, el duque de Osuna, en los primeros años del siglo XVII, y Miroslav Krleža en sus Balade Petrice Kerempuha/Baladas de Petrica Kerempuh representó como conquistador al soldado del rey y emperador español (no necesariamente español el soldado mismo). Los latinistas croatas en el siglo XVI (Damjan Beneša y otros) en los discursos "contra los turcos" percibían a España como la potencia cristiana que en esa época podía ayudar a los restos de los restos de Croacia en su lucha constante contra la potencia otomana en la frontera en la que se convirtió. Esa posición era visible en el discurso del duque croata Vuk I Frankopan ante el emperador Carlos V en 1530. La poesía épica española de los siglos XVI y XVII hizo mención de Croacia, y especialmente Dalmacia, como lugar de caída de soldados españoles por la causa cristiana; en las obras de narrativa del siglo XVI (libros de viaje y/o diálogos renacentistas) las tierras croatas se mencionaron como lugares de grandes pérdidas cristianas y sufrimientos en la lucha contra los otomanos o (en la novela caballeresca) como un reino medieval exótico relacionado con las victorias del caballero andante.

Sin embargo, en el mundo de la política y la guerra, pero también en el comercio que se ejercía a pesar de ella, los españoles y los croatas reconocían perfectamente su propia posición geostratégica y el potencial beneficio mutuo. En el siglo XVI la República de Dubrovnik tenía consulados en los puertos españoles de Valencia, Alicante, Cartagena y Cádiz. Con la Corte española se relacionó en un nuevo aspecto de alianza: al reclamar los viejos contactos consulares, mediante negociaciones directas con la Corte (Marin Zamanja) y a través del Embajador de España en Venecia y la corte del virrey español en Nápoles Dubrovnik pactó un permanente servicio de información a los españoles sobre la situación en el Imperio otomano. Además, los comerciantes de Dubrovnik durante las importantes negociaciones españolas-otomanas en la Sublime Puerta y en el rescate o el intercambio de los prisioneros españoles solían jugar un papel importante. A cambio obtenían beneficios comerciales en partes del Mediterráneo bajo el dominio español. En aquellos tiempos la Monarquía española, soberana del Nuevo Mundo, se convirtió en la tierra prometida para muchas personas de letra, inventores, potenciales navegantes y descubridores, y así varios croatas dejaron su huella en los acontecimientos que marcaron la época: Vinko Paletin de Korčula en el marco de la discusión sobre las modalidades de la conversión de los indios americanos al cristianismo escribió una de las polémicas públicas más importantes en España del Renacimiento, Tratado del derecho y justicia de la guerra que tienen los reyes de España contra las naciones de la India Occidental, y ofreció al Consejo Real para las Indias en Sevilla su propia invención de pintura contra el gusano de barco, gran problema tecnológico de esa época en la navegación transatlántica e hizo varios trabajos para el secretario del rey.

En los siglos posteriores se observan nuevos contactos: en los siglos XVII y XVIII varios jesuitas croatas participaron en el proyecto de la Corte española y la Compañía de Jesús, que en el Nuevo Mundo conquistaron y evangelizaron aquellas zonas donde el modelo de la colonización del siglo XVI no prosperó. Entre los escritos valiosos destacamos Relatio Tarahumarum Missionum deIvan Marija Ratkaj y las obras de Ferdinand Konšćak, entre las cuales se destaca el diario de viaje hasta la boca del Río Colorado en el verano de 1746 y su Descripción compendiosa de lo descubierto y conocido de la California. Igual que en buena parte de Europa de aquel entonces la leyenda medieval española era un tema recurrente en la producción dramática croata del siglo XIX. En esa época el ámbito empresarial español mostraba interés en el puerto de Rijeka, donde tenían un consulado permanente que se hacía cargo de sus intereses comerciales y de las compañías navieras que mantenían vivo el comercio entre las dos orillas del Mediterráneo, nuevamente pacífico.

En el siglo XX los contactos entre los dos países eran principalmente culturales y generalmente iban del este hacia el oeste: escritores, publicistas y otros artistas croatas a menudo se inspiraban en España y en temas españoles. Buenas traducciones de la literatura española al croata ayudaron en eso. Entre numerosos diarios de viaje de croatas por España destacamos Put po Španiji /El viaje por España (1929) del pintor Ljubo Babić, ilustrado con dibujos de ese viaje, y Španjolski susreti/Encuentros españoles (1938) del escritor August Cesarec. El publicista Bogdan Radica mantuvo correspondencia de casi una década con el escritor y filósofo Miguel de Unamuno, publicada en Croacia y en varios países extranjeros. En los ensayos de Miroslav Krleža encontramos el tema de la pintura de Francisco Goya. Los temas españoles también aparecieron en la música, por ejemplo en Davorin Kempf. La lista es larga, y la influencia en el lado croata fue beneficiosa. En la guerra civil española (1936–39) en las así llamadas brigadas internacionales en el bando republicano participaron alrededor de 1600 voluntarios del Reino de Yugoslavia, entre los cuales casi la mitad eran croatas de Croacia y de Bosnia y Herzegovina. Una menor unidad en el marco de la brigada internacional Lincoln llevaba el nombre de Matija Gubec, líder campesino croata del siglo XVI. En España en la segunda mitad del siglo XX encontraron su amparo como refugiados varios artistas y científicos croatas que continuaron con su carrera exitosa en el mundo: por ejemplo, los pintores Zdravko Dučmelić y Petar (Pedro) Maruna, el escritor y periodista Luka Brajnović y el médico Duško Jelavić. De gran importancia para la cultura española fue la contribución del enciclopedista Pavle (Pablo) Tijan, quien vivió en Madrid desde 1947. Él aplicó su experiencia de trabajo en la Enciclopedia Croata en la nueva patria, especialmente en los cinco tomos de La Enciclopedia de la Cultura Española (1963–69), y también inició y fue editor de la emisión croata en la Radio Madrid (Radio Nacional de España). El escritor croata Vinko Nikolić, estuvo en Barcelona desde 1978 hasta 1991(cuando volvió a Croacia) donde editaba y publicaba La Revista Croata, que se consideraba la revista principal cultural entre la emigración croata. Los renombrados escritores españoles "descubrieron" Croacia durante la Guerra Patria como corresponsales de guerra; Arturo Pérez-Reverte describió su experiencia de la ciudad de Vukovar asediada y de otras partes de Croacia y Bosnia y Herzegovina en su reportaje Territorio Comanche, como también en una serie de artículos de prensa y en la novela Pintor de batallas, mientras que Hermann Tertsch, además de sus influyentes columnas en el diario El País resumió su familiaridad con Croacia como corresponsal de guerra en el libro de ensayos políticos La Venganza de la Historia.

El 15 de enero de 1992, España y Portugal, junto con otros miembros de la Comunidad Europea reconocieron la independencia de la República de Croacia. Para las relaciones croata-ibéricas ese reconocimiento marcó un nuevo incentivo. Los viejos lazos aquí esbozados se miran desde esta óptica, y el nuevo marco de sociedad bajo el paraguas de la Unión Europea abrió múltiples posibilidades de contactos a niveles económico, cultural, académico y otros. No solo que la creación croata encontró su camino hacia las empresas, galerías, salas de conciertos, editoriales y otras instituciones, sino que las grandes culturas hispánica y lusa, unas de las culturas más reconocidas con gran influencia en el mundo, finalmente se han presentado en Croacia más regular y sistemáticamente. Cabe recordar que la Yugoslavia socialista hasta 1975 no tenía relaciones diplomáticas con España, así que todos los contactos dependían principalmente de las iniciativas individuales. Un capítulo aparte representan los ámbitos en los cuales los pueblos se encuentran en el día de hoy: el turismo y el deporte. Ambos están fuertemente representados en la nueva y muy positiva ola de reconocimiento de las naciones antiguas de los márgenes del Mediterráneo, un mundo antiguo donde heredan y comparten tantas tradiciones y valores en común.