Croacia y las relaciones centroeuropeas

Además de las relaciones con las principales naciones y culturas europeas, para Croacia eran igual de importantes las relaciones con las naciones centroeuropeas hacia las cuales gravitaba por mucho tiempo dadas las circunstancias históricas y geográficas. Las relaciones entre los croatas y ciertas naciones centroeuropeas fueron determinadas por dos factores importantes, el político (legislativo) y etnocultural (la mutualidad eslava).

El marco común estatal fue el factor más intensivo y más duradero (milenario) de las relaciones croata-húngaras, y a través de ellas de las relaciones croata-eslovacas también dado que la Eslovaquia de hoy formaba parte del Reino de Hungría. A partir del siglo XVI en el marco estatal del Imperio de los Habsburgos los croatas también compartieron el territorio dentro de las mismas fronteras con los checos y en parte con los polacos.

Las leyendas relacionadas con la etnogénesis que relacionan a los croatas con los checos y los polacos datan del antaño, y en el siglo XIX la idea de la mutualidad eslava se convirtió en una base sobre la cual se desarrolla una colaboración concreta entre los principales pensadores y artistas.

Relaciones croata-húngaras. Dados los duraderos y estrechos contactos políticos, los húngaros jugaron un papel importante en la formación cultural de Croacia continental, iniciada en 1094 con la fundación de la Diócesis de Zagreb, que por mucho tiempo formaba parte de la Archidiócesis de Ostrogon y luego de Kaloscsa. Por su mediación a Croacia llegaron desde Hungría los más antiguos códigos litúrgicos (Agenda Pontificialis, Benedictionale, Sacramentarium), y a través de la literatura se expandió el culto de los santos-reyes húngaros Ladislao, Estéban, Emerico e Isabel.

 Al principio las huellas de los lazos literarios croata-húngaros más antiguos aparecieron en la literatura eclesiástica y caballeresca, y se reforzaron especialmente durante el humanismo (s. XV), durante el gobierno de Matías Corvino y sus sucesores, cuando croatas formaban parte de cortes y círculos universitarios húngaros (Ian Panonnius como obispo de Pecs, Ivan Vitez de Sredna, tutor de Matías Corvino, los escultores Ivan Duknović y Jakov Statilić, el constructor Vinko Dubrovčanin, el miniaturista Juraj Klović, el médico Ivan Jakov de Angelis), mientras que en la literatura húngara son visibles las influencias de la poesía oral croata, y luego la poesía iliria (Bálint Balassi). Los intercambios se desarrollaban también a través de las influencias lingüísticas, los movimientos migratorios, los gobernadores en común o los héroes de las guerras contra los otomanos, y especialmente a través de los lazos familiares de la nobleza, que a menudo tenía una identidad doble. Así por ejemplo en el siglo XVII Petar Zrinski tradujo al croata el poema Adrianskoga mora sirena/La sirena del mar Adriático, escrito originalmente en húngaro por su hermano Nikola. Algunos croatas encabezaron la Archidiócesis Católica, y uno de ellos, Adam Patačić, fundó la biblioteca archidiocesana que hoy en día sigue activa como biblioteca científica pública.

Después del Acuerdo croata-húngaro (1868) en los periódicos húngaros (Vasárnapi Ujság, Hölgyfutár, Szépirodalmi Figyelő etc.) se publicaban continuamente notas, reseñas y traducciones de la literatura croata, donde dominaban Ivan Mažuranić, Petar Preradović, August Šenoa, Ksaver Šandor Gjalski, Josip Kozarac e Ivo Vojnović. A la vez las presentaciones de las obras húngaras se publicaron en Danica ilirska, Luna y Agramer Zeitung. En Croacia también se publicaron trabajos de críticos literarios e historiadores del arte húngaros (Sándor Petőfi), mientras que Mavro Špicer y Miroslav Krleža publicaron reseñas de literatura húngara. También despertaron interés los autores teatrales húngaros (Mór Jokáj, Ferenc Molnár), cuyas obras se escenificaron en escenarios croatas, mientras que las obras de Milan Begović se representaron en teatros de Kaposvár y Budapest.

Nikola IV Zrinski
El escudo de la familia Zrinski
Vlaho Bukovac, Autorretrato
La placa memorial en la cervecería U Fleků de Praga, donde los estudiantes croatas de Split fundaron el club de fútbol Hajduk en 1911.
Bogoslav Šulek
Papa Juan Pablo II de su primera visita pastoral a Croacia en 1994

Desde 1881 la Cátedra de estudios eslavos y entre 1899 y 1939 la Cátedra de lengua y literatura croata en la Universidad de Budapest jugaron un papel importante en las relaciones culturales. El filólogo Kazimir Grekša, autor de Slovnica mađarskoga jezika/Gramática húngara, fue profesor de húngaro entre 1904 y 1918 en la Facultad de Humanidades de Zagreb, mientras que desde 1882 Ivan Bojničić trabajó en la misma facultad como lector de la lengua húngara y luego como profesor entre 1910 y 1922.

Con la desintegración de la Monarquía austrohúngara en 1918 los miembros de la minoría étnica húngara retomaron el papel de mediadores entre las dos naciones lanzando revistas literarias, y en el período de entreguerras y la posguerra se tradujeron intensamente las obras de Milan Begović, Slavko Kolar, Miroslav Krleža y Tin Ujević. Gracias a las traducciones de los eslavistas húngaros Zoltan Csuka, Lászlo Hadrovics y Kálmán Dudás, igual que a las traducciones en numerosas revistas húngaras, otras obras relevantes de literatura croata se hicieron accesibles al público. En los teatros las obras de Miroslav Krleža y Ranko Marinković fueron las más representadas. La literatura croata también se encontró en varias antologías de la literatura eslava del sur, pero también en antologías independientes, entre las cuales se destaca la selección de Zoltan Csuka Adriai tengernek múzsája (1976). Csuka dedicó una parte importante de la historia de la literatura eslava del sur (A Jugoszláv népek irodalmának története, 1963) a la literatura croata.

En los tiempos recientes la Cátedra de los estudios húngaros en la Facultad de Humanidades establecida en 1994 contribuyó al reforzamiento de los lazos culturales croata-húngaros.

Relaciones croata-checas. Las relaciones culturales croata-checas se pueden seguir desde la actividad de los Santos Cirilo y Metodio, cuyos discípulos difundían la liturgia antigua eslava en el territorio de la actual Croacia (Žitja Konstantina Ćirila i Metodija), de lo cual testimonia el texto más antiguo en antiguo eslavo escrito en glagolítico (s. X) Kijevski listići, revisado por checos/moravianos, y Bečki listići, el más antiguo monumento litúrgico en antiguo eslavo (s. XI–XII) de revisión croata. El primer obispo de la Diócesis de Zagreb (1094) fue Duh, de origen checo, quien fue seguido por numerosos sacerdotes, que sentaron bases de la sala capitular de la Catedral de Zagreb.

A mediados del siglo XIV el rey checo Carlos IV fundó en las cercanías de Praga el monasterio Emaus (na Slovanech), al que invitó a los sacerdotes glagolíticos croatas a promover la expansión de la liturgia antigua eslava. Según se dice, acudieron 80 benedictinos (el primero fue el croata Ivan Charvat), quienes permanecieron ahí hasta la aparición del husitismo y las guerras husitas (1419–36). Las numerosas traducciones de los glagolíticos croatas de Emaus tienen una relevancia histórica y literaria excepcional, porque se trata de las primeras traducciones de una lengua eslava a la otra. Durante el gobierno del hijo de Carlos, Sigismundo de Luxemburgo, las relaciones croata-checas estaban en su cenit: documentos históricos croatas mencionan a numerosos clérigos checos en altos cargos estatales y eclésiasticos (el obispo de Dalmacia Blaž de Knin en 1354, el lector de la iglesia de San Pedro en Požega Petr Moravský en 1361, el obispo de Skradin, el obispo Lukáš de Hvar, el párroco de Zagreb Ivan Čech en 1332–38, el canónigo de Zagreb Jakub Čech alrededor de 1387), y hasta los predicadores husitas en Zagreb (Dominik y Jan Bohemus), mientras que el poderoso obispo de Zagreb Eberhard, la reina Bárbara de Celje y otros nobles croatas contrataron a maestros canteros de la familia constructora checa Parler, y erigieron en sus haciendas varias fortificaciones, iglesias y monasterios de estilo gótico tardío, entre los cuales se destacan la catedral y la iglesia de San Marcos de Zagreb, como también el monasterio paulino de Lepoglava.

En el siglo XV permanecieron en Croacia varios soldados checos en las guerras contra los otomanos (el comandante Petr z Myšlína, el ban de Dalmacia, Croacia y Eslavonia Blaž Podmanický 1470–78, el comandante militar Jan Vitovec). Después de la derrota de los otomanos a finales del siglo XVI y el fortalecimiento de la frontera croata hacia el Imperio otomano, de nuevo se crearon condiciones favorables para la llegada de un mayor número de sacerdotes checos, especialmente al liceo jesuita de Zagreb 1607–28 (Martin Slabinus, Mikuláš Kučera, Matěj Bernatius), en aquel entonces la principal institución educativa de Croacia.

El período de la manufactura en Croacia (s. XVIII) fue marcado por una creciente llegada de artesanos checos, que se mencionan como dirigentes de las prensas – la jesuita (Vojtěch Vilém Veselý), la del capitolio (Antonín Jandera) y la nacional de Zagreb (Ivan Křtitel Weitz imprimió Calendarium Zagrabiense).

Las relaciones checo-croatas se intensificaron durante el Reavivamiento Nacional y la revolución de 1848–49, bajo la influencia de František Palacki y la idea de austroeslavismo, que se destacó en el Congreso Eslavo de Praga en 1848, y que fue inspirado por los escritos de Ivan Kukuljević Sakcinski. La colaboración política también tuvo resultado en el ámbito literario, y se tradujeron obras literarias checas en Danica ilirska, Vienac y Neven, editado por Josip Praus (1853). Josef Václav Frič fue el editor en jefe de Agramer Zeitung (1873–76), y en 1874 fundó la asociación cultural Česká beseda. Siendo estudiante en Praga August Šenoa popularizó la literatura croata en los periódicos Národní listy y Zlatá Praha, mientras que él mismo en los años 1880 se convirtió en el escritor croata más traducido en Chequia. Entre los poetas se destacó Silvije Strahimir Kranjčević, cuyas obras traducidas al checo se publicaron en la revista Slovanský přehled, y entre los autores de teatro Ivo Vojnović, cuyas obras dominaron los escenarios checos desde el estreno absoluto de su Equinoccio en1897.

En el siglo XX en la Universidad de Zagreb fueron activos varios profesores de origen checo, como Gustav Janeček, Fran Smetanka, Emil Prašek y Albert Bazala. Por otro lado, Praga era uno de los centros académicos de la inteligencia croata de aquel entonces: entre otros, estudió en la Universidad de Carlos el futuro político destacado Stjepan Radić. En esa época Praga también era el lugar de referencia de la pintura croata: Vlaho Bukovac fue profesor en la Academia, y Milivoj Uzelac, Vilko Gecan y otros se familiarizaron con las tendencias expresionistas. Las relaciones croata-checas continuaron después de la desintegración de la Monarquía austrohúngara, es decir después de la creación de la República Checoslovaca y el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos (Yugoslavia). Se tradujeron sistemáticamente los autores contemporáneos (Jaroslav Hašek, Karel Čapek, Jan Neruda, por un lado, y Tin Ujević y Miroslav Krleža por el otro), cuyas obras se representaron en escenarios checos y croatas. Se publicaron antologías de la literatura y poesía checa, mientras que Ivan Esih y Ljudevit Jonke escribieron artículos sobre la literatura checa.

En los tiempos más recientes también se observa una colaboración cultural intensiva, antes que nada mediante traducciones de obras literarias, donde se destacaron especialmente Dušan Karpatský y Predrag Jirsak, pero también en otros ámbitos de la expresión artística: Jiří Menzel dirigió producciones teatrales en Zagreb y en los Juegos de Verano de Dubrovnik, y en Zagreb se presentó el grupo de culto de la Primavera de Praga y de la resistencia disidente Plastic People of the Universe. El factor clave de la cooperación mutua es también el lectorado de la lengua checa en la Facultad de Humanidades de Zagreb (lanzado en 1918, desde 1965 estudio independiente) y los estudios de la lengua y literatura croata en la Universidad de Carlos de Praga y en la Universidad de Masaryk en Brno, pero también los miembros de la minoría étnica checa, quienes a través de sus asociaciones mantienen viva su herencia cultural.

Relaciones croata-eslovacas. En el marco del reino multinacional de Hungría desde el siglo XII hasta 1918 Croacia y Eslovaquia compartieron casi el mismo destino histórico, los magnates feudales y los nobles, cuyas fincas, como las de Erdődy, Frankapan y Keglević después de que los Habsburgo (s. XVI) llegaran al trono croata-húngaro, se extendían por igual en las tierras croatas y eslovacas.

Los principales humanistas croatas Ivan Vitez de Sredna y Iannus Panonnius, jugaron un papel importante en la fundación de la primera universidad eslovaca – Istropolitana de Bratislava (1467), donde, entre otros croatas se educaron algunos miembros de la familia Frankapan.

A comienzos del siglo XVII el futuro santo, Marko de Križevci fue director del seminario de Trnava, canónigo de Ostrogon y director de la abadía benedictina Krásna cerca de Košice. En esa época en la universidad jesuita de Trnava trabajaron Juraj Habdelić, Andrija Jambrešić y otros, se educaron varios miembros de la cultura croata, y se imprimieron libros religiosos y abecedarios croatas, mientras que los intelectuales eslovacos Ján Spišák y Ján Porubský participaron en la fundación del colegio jesuita de Zagreb en 1608.

 Pavel Jozef Šafařík y Ján Kollár ejercieron gran influencia durante el Reavivamiento Nacional Croata, promoviendo las ideas de la mutualidad eslava, como también L'udovít Štúr, quien abogó por la cultivación de las identidades nacionales dentro de la comunidad eslava, a lo que se sumaron algunos ilirios en 1847 (Ivan Kukuljević Sakcinski, Maksimilijan Prica, Janko Drašković, Stanko Vraz). En Croacia trabajó el polímata de origen eslovaco, Bogoslav Šulek, quien con su obra y su actividad excepcional realizó varias ideas sobre el avance de la cultura, la ciencia y la economía.Gracias al obispo Stjepan Mojzes los escritores eslovacos (Ján Čaplovič, Ján Kollár) fueron publicados en las páginas de diarios croatas, mientras que el obispo Josip Juraj Strossmayer dio ayuda material para la fundación de Matica slovačka/Matriz eslovaca (1863). En ese mismo período en Eslovaquia se publicaron traducciones de canciones populares croatas y las noticias sobre el movimiento ilirio y sus representantes. Dos clérigos eslovacos, el obispo de Zagreb Aleksandar Alagović y el arzobispo de Zagreb cardenal Juraj Haulik jugaron un papel destacado en vincular las dos naciones.

En la primera mitad del siglo XX en las revistas croatas se publicaron las traducciones de representantes de todas las tendencias literarias eslovacas (Svetozár Hurban-Vajanský, Milo Urban, Peter Jilemnický, Matúš Kavec), y el escritor Josip Andrić escribió la primera historia de la música eslovaca y publicó Slovnica slovačkog jezika/Gramática de la lengua eslovaca. El escritor eslovaco Martin Kukučin (cuyo nombre verdadero era Matej Bencúr) pasó una parte de su vida en la isla de Brač y entre los emigrantes croatas en Sudamérica, lo que describió en sus novelas. En Eslovaquia prevalecieron traducciones de August Šenoa y Ksaver Šandor Gjalski. En los escenarios eslovacos se representaron obras de Ivo Vojnović, Miroslav Krleža y Milan Begović.

Los contactos mutuos continuaron con la igual intensidad después de la Segunda Guerra Mundial hasta los tiempos recientes, y fueron especialmente marcados en varios ámbitos del arte y la ciencia. Los estudios de la lengua y literatura eslovaca en la Facultad de Humanidades de Zagreb, desde 1994 en el marco de los estudios bohemios y eslavos, y desde 1997/98 estudios independientes tuvieron un papel importante, igual que los estudios de la lengua croata en la Universidad Komenski de Bratislava y la Universidad de Matej Bela en Banska Bystrica. También tuvieron un papel significativo algunas figuras destacadas, como la historiadora Kvetoslava Kučerova y el croatista Jan Jankovič, quien contribuyó a la promoción de la herencia cultural croata en Eslovaquia mediante sus estudios científicos y sus traducciones, y por otro lado Ludwig Bauer, autor de la primera antología croata de la poesía eslovaca (Crna violina/El violín negro). También desde 2003 en la ciudad eslovaca de Trnava se lleva a cabo el festival teatral dedicado a las obras de Miro Gavran.

Relaciones croata-polacas. Los primeros contactos croata-polacos se relacionan con la leyenda de la antigua patria de los croatas en Croacia Blanca, en el territorio de la actual Polonia, que en el siglo X fue descrita por el emperador bizantino Constantino VII Porfirogéneta. Esos lazos fueron renovados durante el rey croata-húngaro Luis I de Anjou quien en 1370 fue coronado rey de Polonia, y se intensificaron con la subida de Luis II Jagellón al trono croata-húngaro (1516). En ese período en Polonia estuvieron los principales científicos croatas (Stjepan Brodarić, los hermanos Trankvil y Franjo Trankvil Andreis, como también Antun y Mihovil Vrančić), y gran número de croatas estudiaron en la Universidad de Cracovia. Toma Budislavić fue médico personal del obispo Petar Myszkowski, cuya corte fue uno de los centros humanistas de Polonia de aquel entonces, y luego a partir del rey Stjepan Batory recibió el título nobiliario y del médico real. Se supone que la biblioteca que trajo consigo al volver a Dubrovnik sirvió a Mavro Orbini y a Ivan Gundulić a familiarizarse con las circunstancias polacas, este último llamado en Polonia "el Homero ilirio", quien en su poema épico Osman celebró la victoria polaca cerca de Hotin (1621). La gran victoria de Juan Sobieski sobre los otomanos cerca de Viena en 1683 fue enaltecida por Jerolim Kavanjin, Andrija Kačić Miošić y otros.

Las intensas relaciones continuaron durante todo el período de los reyes polacos elegidos. En la corte del último rey polaco Estanislao II Augusto Poniatowski estuvieron los nobles de Dubrovnik y de la bahía de Kotor, mientras que el rey mantenía correspondencia con el científico croata Ruđer Bošković.

Las relaciones culturales se reforzaron durante el Reavivamiento Croata en la primera mitad del siglo XIX, tal y como fue registrado en la canción patriótica de Ljudevit Gaj Još Hrvatska nij' propala/Croacia todavía no ha caído, que era la paráfrasis del himno nacional polaco Jeszcze Polska nie zginęła. Adam Mickiewicz en la revista La Tribune des peuple, de la que era editor,publicó textos de autores croatas. Neven publicó traducciones de escritores polacos hechas por los ilirios Ljudevit Gaj, Stanko Vraz, Ivan Mažuranić y Petar Preradovi, mientras que August Šenoa promovió la literatura polaca en Vienac, lo que tuvo efecto en la expansión del círculo de escritores polacos y sus traductores en Croacia. En el teatro se representaron varias obras de Alojzy Feliński y Aleksander Fredro. El discurso en croata de Ivan Kukuljević Sakcinski en el Parlamento en 1843 despertó interés del público polaco, y también se tradujeron sus poesías.

En la segunda mitad del siglo XIX en el marco de la cooperación eslava se reforzaron los lazos literarios. En Varsovia en 1896 se publicó una selección de literatura eslava del sur (Obraz literatury powszechnej), mientras que en la literatura local se observó la influencia de la poesía popular croata. A partir de 1905 en Cracovia se publicaba la revista Świat s ł owiański, en la que colaboraron Stjepan Radić, Julije Benešić y Branko Vodnik, y en 1912 se fundó la asociación Towarzystwo S ł owiańskie. En los lazos polaco-croatas también influenciaron centros eslavistas polacos – la Asociación de Amigos de la Ciencia de Varsovia y el Departamento Eslavo de la Escuela Principal de Varsovia. El Centro de Estudios Eslavos de Cracovia se desarrolló en la Universidad de Cracovia y en la Asociación Científica de Cracovia (luego Academia de Ciencias y Artes), donde trabajó Marian Zdziechowski, cuyo cenit de interés en estudios croatas fue un estudio sobre el Reavivamiento Nacional Croata.

A comienzos del siglo XX en los recién fundados Estados de Polonia y el Reino de Serbios, Croatas y Eslovenos (Yugoslavia) se fundaron asociaciones de amistad polaco-yugoslava, a cargo de contactos culturales y científicos, principalmente en el ámbito de la literatura. Con eso en Polonia se representaron obras de Ivo Vojnović, Milan Begović, Milan Ogrizović y Miroslav Krleža, cubiertas por varias publicaciones polacas (Kultura słowiańska, Ruch słowiański, Przegląd Polsko-Jugosłowiański, Gazeta literacka). En 1925 en la Universidad de Cracovia se fundaron los Estudios eslavos, donde trabajaron Kazimierz Nitsch, Tadeusz Lehr-Spławiński y otros. A su vez en Croacia se expandió el círculo de conocedores de la lengua y literatura polacas, entre los cuales se destacó el lexicógrafo y traductor Julije Benešić, quien también trabajó como lector de la lengua polaca en la Universidad de Zagreb y lector de la lengua croata en la Universidad de Varsovia, donde inició la Biblioteka Jugosłowiańska. Finalmente, como continuación del lectorado de la lengua polaca (1919), en 1965/66 en la Facultad de Humanidades de Zagreb se fundó el Departamento de la lengua y literatura polacas, resultado de una tradición de relaciones culturales y científicas croata-polacas de varios siglos.

El papa Juan Pablo II, de origen polaco, en varias ocasiones demostró un cariño especial por Croacia. Durante su pontificado Croacia logró su independencia y fue su anfitrión en tres visitas pastorales. En uno de sus discursos a los peregrinos croatas revocó las raíces eslavas en común: »Vosotros os acordáis de Croacia Blanca, vuestra antigua patria, que se encontraba justo donde yo nací«.